Los estudios literarios de mujer están consiguiendo en los últimos años un gran desarrollo y son muchas las investigaciones que se llevan a cabo en la actualidad en este campo. En la literatura francesa de los años ochenta y noventa las voces femeninas se han dejado oír con mayor fuerza. Nos parece que una aproximación a los textos escritos por estas mujeres debe hacerse desde una perspectiva crítica que trate de analizar pormenorizadamente las características específicas de esta escritura.

Una de estas escritoras francesas que ha publicado su obra en los últimos veinticinco años es Annie Ernaux, autora personal y autobiográfica, que en la novela Une femme narra las complicadas relaciones entre madre e hija, pasando revista a la evolución de la vida de la madre de una manera muy concreta, desde la perspectiva de una doble marginalidad, la obrera y la femenina. Lo que resulta más interesante es la necesidad de esa hija-escritora de insertar a la mujer que fue su madre en la Ahistoria@ por medio de la palabra. La autora revisa la evolución de la relación mutua, ese proyecto vital común del que la autora se siente partícipe y sobre el que reflexiona desde una necesidad, surgida con la muerte de la madre, que impulsó la escritura de este libro. Las palabras servirán para incluir a la madre en el mundo que le había sido vetado, rescatarla del silencio al que se condena, en general, a la mujer e inscribirla en Alo simbólico@. Porque al hacerlo la escritora añade esa parte irrenunciable de ella, indisoluble de la materna, en la historia.

Esta escritura supone una forma combativa de lucha contra el dolor y una manera de hacer transcender la propia identidad de Ernaux cuyo último lazo de unión con el mundo del que proviene acaba de desaparecer.