A propósito del concepto de belleza cortés
Elena Moltó
Universitat de València
El concepto amoroso creado por los trovadores entre los siglos XI y XIII supuso para la literatura europea un serio cambio en cuanto a la representación de la belleza femenina. A nadie se le escapa que la gran valoración que de su aspecto y de sus dones hacían los poetas, conformó una noción en la que las damas occitanas se vieron reflejadas y reconocidas. Pero entre tanta palabra masculina que habla de ellas, también se han conservado composiciones líricas escritas por mujeres que han merecido muy diversa suerte por parte de la crítica moderna. Un buen número de estudiosos del problema tiene reticencias a la hora de admitir esta producción con la misma benevolencia con que se analizan las composiciones de los trovadores. Avancemos algunos argumentos en contra: grandes medievalistas como Jeanroy, Barroux o Jonin descartan estas poesías porque, (argumento sorprendente), las trobairitz no habrían sido tan sinceras como los trovadores. Sus obras serían "puros ejercicios" o "juegos literarios", sin mayor trascendencia. Es más, las mujeres se habrían limitado a retomar el discurso masculino pero invirtiéndolo. Poca autenticidad y poca variedad. Quisiéramos abordar de nuevo el problema apelando a la palabra de trobairitz como Castelloza, Azalais de Porcaraigues, Clara d’Anduza, Bieiris de Romans o la Condesa de Dia. La verdad es que cuando se aborda la lectura de estas composiciones femeninas, lo primero que sorprende es la alta tensión sensual que se desprende de ellas y la constante exaltación de sus dones y cualidades. Aspectos que han podido inquietar o molestar en algún momento, y que desde luego desentonan si se configura un concepto demasiado restringido de la fin’amors.